domingo, 20 de diciembre de 2015

Tema 5. El regalo de Navidad

"María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre." (Lucas 2, 7)
 

Nadie vive sin esperar algo. A veces esperamos cosas más superficiales: que llegue la hora de acostarse, la hora de salir del trabajo; y otras veces nuestras esperanzas son más hondas y radicales. El Adviento y la Navidad son épocas para revisar cuáles son nuestras verdaderas aspiraciones, lo que esperamos desde lo más hondo de nosotros mismos.

El pueblo de Israel esperaba al Mesías, María esperaba el nacimiento del Hijo de Dios anunciado por el ángel... ¿Qué esperamos nosotros?

En nuestra sociedad es habitual que la Navidad se presente como una invitación a consumir más: vestidos de fiesta, grandes comidas, regalos, diversión... Es lo que la publicidad nos vende como vivir la buena vida, una vida digna: champán, dulces, regalos... ¿Responde eso a las necesidades más profundas del hombre? ¿Nos paramos en medio de lo que nos llega para analizar cual es la raíz de nuestra vida y de nuestra esperanza?


En esta época todo los ayuda a hablar a los niños de Dios: Al poner con ellos el Belén en familia, rezar una oración. Se puede realizar todos los días una pequeña oración ante el Belén, ya que  a los niños les suele gustar mucho ir viendo los personajes que lo forman, inventar historias sobre ellos ¿Se acercan a Jesús? ¿Por qué? ¿Han visto al ángel o alguien se lo ha contado? ¿Han ido corriendo a verle o han avisado primero a su familia y amigos? ¿Van todos juntos o hay alguno solitario? ¿Tenemos alguno a quien le falte una mano o se haya roto por alguna otra parte? ¡Todos son llamados por Jesús! 

También hay oraciones para bendecir el árbol, podemos preparar o comprar una corona de adviento...

“La Navidad coincide en nuestro hemisferio con los días del año en que el sol termina su parábola descendiente y se empieza a prolongar gradualmente la duración de la luz diurna. Así comprendemos mejor el tema de la luz que vence a las tinieblas. Es un símbolo evocador de una realidad que concierne a la intimidad del ser humano: el bien que vence al mal, la vida que derrota a la muerte. La Navidad nos hace pensar en esta luz interior, su luz divina nos propone de nuevo el anuncio de la victoria definitiva del amor de Dios sobre el pecado y la muerte. Frente a una cultura consumista que tiende a ignorar los símbolos cristianos de las fiestas navideñas, preparémonos para celebrar con alegría el nacimiento del Salvador, transmitiendo a las nuevas generaciones los valores de las tradiciones que forman parte del patrimonio de nuestra fe y cultura. [...]
 “En particular, cuando veamos calles y plazas de nuestras ciudades adornadas con luces resplandecientes, recordemos que estas luces evocan otra luz, invisible para nuestros ojos, pero no para nuestro corazón. Al contemplarlas, al encender las velas de las iglesias o las luces del Nacimiento y del árbol de Navidad en nuestras casas, ¡que nuestro ánimo se abra a la verdadera luz espiritual traída a todos los hombres y mujeres de buena voluntad! El Dios con nosotros, nacido en Belén de la Virgen María, es la Estrella de nuestra vida”. Benedicto XVI, Audiencia general 21-12-2005


Adviento, espera, parece aburrido... ¿Quieres saber más? Mira el vídeo

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