"¿Qué te daré yo por tanta bondad? ¡Gloria a ti, oh amigo de los hombres!
¡Gloria a ti, oh misericordioso!
¡Gloria a ti, que fuiste flagelado!
¡Gloria a ti, que fuiste escarnecido!
¡Gloria a ti, que fuiste clavado en la cruz!
¡Gloria a ti, que fuiste enterrado y que has resucitado!
¡Gloria a ti, que has subido al cielo!"
San Efrén de Siria
Todo ser vivo pasa por un proceso que comienza y termina: nace y muere. No hay avance científico, médico o tecnológico que pueda acabar con el sufrimiento ni detener la muerte. Si miramos a nuestro alrededor, al igual que vemos belleza, también vemos sufrimiento - no sólo físico - y muerte a nuestro alrededor: en las noticias, en el entorno familiar... Aunque sabemos que lo natural es nacer y morir, cuando muere un ser querido nos planteamos muchas preguntas ¿Por qué ahora? ¿Por qué joven? ¿Por qué si todavía alguien lo necesitaba?...
Jesús, Dios hecho hombre, pasó también por la experiencia del dolor y de la muerte. La muerte de Jesús nos lleva a encontrar sentido al sufrimiento, al dolor y a la muerte, y a vivir firmes en la esperanza, porque así como Cristo murió y resucitó, nosotros tenemos la esperanza de resucitar a una vida nueva, después de la muerte.
"¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida?"
(Mateo 6 27)
Nuestros hijos seguramente hayan visto algún paso de Semana Santa. A través de ellos podemos irles explicando lo que sucede, preguntarles qué les gusta de una procesión, qué creen que representa un paso o cual es el detalle que más les llama la atención o del que querrían saber más. Juntos podemos investigar si no lo sabemos, mostrándoles así también que estas fiestas son las más importantes del año para los cristianos, porque estos días recordamos lo que Jesús sufrió por nuestro amor y para salvarnos; y cómo Dios su Padre lo resucita.
En vísperas de la Pascua judía, Jesús sube a Jerusalén, donde ya sabe que va a sufrir una pasión dolorosa.
Mientras iba subiendo a Jerusalén, tomando aparte a los doce, les dijo por el camino: Mirad, estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del Hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará"El Domingo de Ramos vemos la procesión de La Borriquita. Jesús entra en Jerusalén montado en una borriquita y el pueblo lo recibe como aun Rey, aclamándolo con cantos:
(Mateo 20, 17-19)
[Los discípulos] trajeron la borrica y el pollino, echaron encima sus mantos y Jesús se montó. La multitud alfombró el camino con sus mantos; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que vienen en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!"
(Mateo 21, 7-9)
Con la celebración de esta entrada en Jerusalén la liturgia de la Iglesia da inicio cada a año a la Semana Santa.
Cuatro días después, en la víspera de la Pascua judía, Jesús celebra su Última Cena con los apóstoles (Jueves Santo). Antes de comenzar, realiza un gesto de amor y de servicio, lavando los pies a sus discípulos (Juan 13, 1-16). Allí anticipa la ofrenda libre de sí mismo que hará más adelante en la Cruz "Esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros", "este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre, que será derramada por vosotros" (Lucas 22, 19-20). De este modo instituye la Eucaristía, como "memorial" de su sacrificio, quedándose para siempre en el pan y en el vino con su Cuerpo y su Sangre, y a sus Apóstoles como sacerdotes de la Nueva Alianza.
Después de la cena, Jesús se fue a hacer oración a un monte donde había un huerto de olivos. Allí arrodillado, postrado en tierra, Jesús le pidió a su Padre que lo ayudara en los momentos tan dolorosos por los que iba a pasar. Poco tiempo después llegaron unos soldados y lo llevaron a las autoridades que lo iban a juzgar. Durante toda la noche lo llevaron de un sitio a otro, interrogándolo para juzgarlo. En los momentos de incertidumbre y dolor, podemos rezar junto a Jesús en el huerto, uniendo nuestro sufrimiento al suyo...
El Viernes Santo Jesús muere en la Cruz. Algunos pasos que nos lo van a ir contando son, entre otros: Jesús ante Herodes y ante Pilatos, la Coronación de espinas, la flagelación, Jesús con la Cruz a cuestas, Jesús en la Cruz, el Descendimiento...
El Sábado Santo, al atardecer, se puede ir introduciendo a los niños al acontecimiento cumbre en la vida de Jesús y de la humanidad: su Resurrección al tercer día. Se puede adornar la casa con flores y se prepara para un día de fiesta grande. El Domingo, es el día del Señor: Todos los domingos recordamos la muerte y resurrección de Jesús, es el día del Señor, y por eso celebramos la Eucaristía, vamos a misa a encontrarnos con Él, tal cual como sucedió en esta semana tan importante. En la misa se repiten las palabras de la última cena y también se hace presente el sacrificio de Cristo, que está realmente presente con su cuerpo, su sangre su alma y su divinidad en las especies eucarísticas.
"Por ser memorial de la Pascua de Cristo, la Eucaristía es también un sacrificio. El carácter sacrificial de la Eucaristía se manifiesta en las palabras mismas de la institución: "Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros" y "Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que será derramada por vosotros" (Lc 22,19-20). En la Eucaristía, Cristo da el mismo cuerpo que por nosotros entregó en la cruz, y la sangre misma que "derramó por muchos [...] para remisión de los pecados" (Mt 26,28)." Catecismo nº 1365Este misterio pascual reaparece, sobre todo, cuando pecamos y recibimos el perdón de Dios Padre, que en su misericordia nos acoge. Celebramos la resurrección de Cristo, que venció al pecado y a la muerte por amor a nosotros y se quedó para siempre con nosotros en la Eucaristía.
Cristo ha vencido, es a El a quién debemos seguir para alcanzar la gloria y felicidad eterna prometida. Felicidad que empezamos a vivir aquí, juntos, siendo sus discípulos hijos de Dios llamados también a volver al Padre.
"Jesús resucita del sepulcro. La vida es más fuerte que la muerte. El bien es más fuerte que el mal. El amor es más fuerte que el odio. La verdad es más fuerte que la mentira. La oscuridad de los días pasados se disipa cuando Jesús resurge de la tumba y se hace él mismo luz pura de Dios. Pero esto no se refiere solamente a él, ni se refiere únicamente a la oscuridad de aquellos días. Con la resurrección de Jesús, la luz misma vuelve a ser creada. Él nos lleva a todos tras él a la vida nueva de la resurrección, y vence toda forma de oscuridad. Él es el nuevo día de Dios, que vale para todos nosotros."
No hay comentarios:
Publicar un comentario